†Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 19, 3-12

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y, para ponerle una trampa, le preguntaron: "¿Le está permitido al hombre divorciarse de su esposa por cualquier motivo?".
Jesús les respondió: "¿No han leído que el Creador, desde un principio los hizo hombre y mujer, y dijo: 'Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, para unirse a su mujer, y serán los dos una sola carne'? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Así pues, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre".
Pero ellos replicaron: "Entonces ¿por qué ordenó Moisés que el esposo le diera a la mujer un acta de separación, cuando se divorcia de ella?".
Jesús les contestó: "Por la dureza de su corazón, Moisés les permitió divorciarse de sus esposas; pero al principio no fue así. Y yo les declaro que quienquiera que se divorcie de su esposa, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, y se case con otra, comete adulterio; y el que se case con la divorciada, también comete adulterio".
Entonces le dijeron sus discípulos: "Si ésa es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse". Pero Jesús les dijo: "No todos comprenden esta enseñanza, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. Pues hay hombres que, desde su nacimiento, son incapaces para el matrimonio; otros han sido mutilados por los hombres, y hay otros que han renunciado al matrimonio por el Reino de los cielos. Que lo comprenda aquel que pueda comprenderlo".

Palabra del Señor.

Reflexión

En cuestión de poner a prueba a Jesús de Nazaret, los fariseos no dan tregua. No le preguntan sobre si el divorcio es o no lícito, admitido en general por ellos, sino si se puede romper el vínculo matrimonial por cualquier causa, por banal que fuera, o por motivo proporcionado. Pues, los fariseos en tiempo de Jesús admitían que el marido podía repudiar a la mujer en ciertos casos y dar por terminado el matrimonio. Este era entonces un derecho exclusivo del varón. El modo en que presentaron el problema estaba establecido en fórmulas y actas legales que ponen el acento en los papeles más que en las personas. Jesús contesta a las preguntas de sus contemporáneos acerca del verdadero significado del matrimonio, subrayando la indisolubilidad del mismo, pero no se queda en los estrictos términos de esta polémica, sino que va mucho más lejos y evoca el primer designio del Creador; da a entender que la ley del divorcio es una clara excepción que admitió Moisés por la tozudez del pueblo. La voluntad creadora nos hizo hombre y mujer en el principio y se entiende que para siempre. Ahora bien, aunque no es razonable establecer rápidos paralelismos entre el momento al que alude el texto y nuestro tiempo presente; se nos desafía a mirar lo que estamos haciendo en pos del matrimonio y los efectos del divorcio. Especialmente cuando hoy muchas parejas ya no se quieren casar… aquí nos podemos preguntar si nuestro obrar se acerca al de los fariseos. Hoy, a la luz del Evangelio hagamos oración, por quienes han sido llamados al camino matrimonial; por su fidelidad en el camino que se han dispuesto recorrer… pero también que nuestra oración fraterna y misericordiosa, se dirija a quienes por alguna razón han visto quebrarse este camino.

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No te digo que perdones siete veces, sino hasta setenta veces siete.


Del santo Evangelio según san Mateo: 18, 21-19,1


En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: "Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?". Jesús le contestó: "No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete".Entonces Jesús les dijo: "El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron, le debía muchos millones. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: 'Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo'. El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda. Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: 'Págame lo que me debes'. El compañero se le arrodilló y le rogaba: 'Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo'. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda. Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contarle al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: 'Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?'. Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes si cada cual no perdona de corazón a su hermano". Cuando Jesús terminó de hablar, salió de Galilea y fue a la región de Judea que queda al otro lado del Jordán.


Palabra del Señor.


Reflexión

En el evangelio de hoy el asunto central es el perdón y la reconciliación. Jesús enseña a sus discípulos que hay que perdonar. Y habla de perdonar al hermano, no de perdonar una falta u otra. El perdón se dirige al ofensor. Por eso no depende del tipo de falta, ni existe una graduación según la gravedad. No se puede perdonar más o menos. O sí, o no. Muchas veces es difícil perdonar. Por eso, la parábola nos hace volver la mirada hacia la misericordia de Dios. Él, que es pura santidad, perdona infinitamente, y nos da la oportunidad de volver a empezar. Al abandonarnos en su gracia, seremos capaces entonces de perdonar las ofensas que nos haga el prójimo. Ahora bien, perdonar es cuestión toda la vida, especialmente perdonar como Jesús nos enseña, perdonar por amor. Pero “de toda la vida” no significa que haya que conformarse con lo que somos ahora porque “ya iremos mejorando”; no es cuestión de vivir tranquilos pensando que “ya llegará el momento”. De toda la vida significa también desde el comienzo de la vida; es decir, que el mandato es que perdonemos ya desde ahora, desde hoy mismo, a todos y para siempre. Por supuesto, sólo lo conseguiremos contando con la ayuda de Dios.

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Si tu hermano te escucha, lo habrás salvado.


Del santo Evangelio según san Mateo: 18, 15-20


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos.Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad; y si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano.Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.Yo les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos".


Palabra del Señor.


Reflexión

Santa Clara, Virgen o Santa Clara de Asís1193 a 1253 

Tres puntos importantes:

Su vida era de gran austeridad y muy rica en obras de caridad y piedad. Se cuenta que alejó con sus oraciones a los sarracenos que asediaban la población de Asís.
Iniciamos hoy la segunda parte del discurso comunitario con el tema de la corrección fraterna. Así como la parábola de la oveja extraviada enseñaba que hay que buscar sin descanso al pequeño perdido, ahora el Señor enseña que al hermano que se aparta de la comunidad (por su conducta pecaminosa) hay que buscarlo una y otra vez, corrigiéndolo fraternamente con caridad, primero en forma personal, luego con testigos y después con la entera comunidad para buscar su cambio; si el hermano persiste en su pecado él se habrá apartado de la comunidad por no querer cambiar. Esta práctica se confirma con tres sentencias breves del Señor. La primera, refiere a la autoridad que tiene la comunidad para corregir (atar y desatar). La segunda, indica el clima de oración en el que se deben tomar las correcciones y decisiones (si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo). La tercera, hace referencia a la presencia del Señor en medio de la comunidad (donde hay dos o tres reunidos en mi nombre). En definitiva, la comunidad debe preocuparse de los hermanos, sobre todo si se apartan de ella por su pecado corrigiéndolos, para eso tiene la autoridad y debe hacerlo en clima de oración, sabiendo que el Señor está en medio de ella.

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El que me sirve será honrado por mi Padre.

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan: 12, 24-26


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna.El que quiera servirme que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre".


Palabra del Señor.


Reflexión

Hoy, el Evangelio contiene palabras solemnes y cruciales sobre el modo en que la misión de Jesús y de sus discípulos “produce mucho fruto”, nos presenta una breve parábola para transmitirnos el profundo significado de su pasión: la donación de su vida, característica crucial de su mesianismo. Solo disfrutamos de vida si la entregamos. El que reserva la vida para sí, la pierde, el que la entrega por amor, la gana. Se trata de vivir el amor, la entrega a Dios y a los demás. Esta es la enseñanza que nos deja la historia de la semilla que hoy nos corresponde meditar: morir para multiplicarse; su función es hacer un servicio a la vida. En la vida de Jesús, amar es servir y servir es perderse en la vida de los demás, morir a sí mismo para dar vida. Eso es también lo que nos recuerda el testimonio de San Lorenzo.

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Lo van a matar, pero al tercer día va a resucitar. Los hijos están exentos de impuestos.

+Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Mateo: 17, 22-27

En aquel tiempo, se hallaba Jesús con sus discípulos en Galilea y les dijo: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo van a matar, pero al tercer día va a resucitar". Al oír esto, los discípulos se llenaron de tristeza.
Cuando llegaron a Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los recaudadores del impuesto para el templo y le dijeron:"¿Acaso tu maestro no paga el impuesto?". Él les respondió: "Sí lo paga".
Al entrar Pedro en la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: "¿Qué te parece, Simón? ¿A quiénes les cobran impuestos los reyes de la tierra, a los hijos o a los extraños?". Pedro le respondió: "A los extraños". Entonces Jesús le dijo: "Por lo tanto, los hijos están exentos. Pero para no darles motivo de escándalo, ve al lago y echa el anzuelo, saca el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y paga por mí y por ti".

Palabra del Señor.

Reflexión
El Evangelio de hoy habla de dos asuntos bien diferentes el uno del otro: El segundo anuncio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús y la conversación de Jesús con Pedro sobre el pago de los impuestos… Del primer asunto diremos que la reacción de los discípulos ante el anuncio, no es tan fuerte como en el anterior. Mateo dice que se entristecieron mucho. Pero parece que los apóstoles han comprendido qué el camino de Jesús no está exento de dificultades, que su proyecto trae consigo el dolor, la muerte, pero también la esperanza de una nueva vida. Por otro lado, respecto del segundo asunto podemos decir que hay que evitar escándalos innecesarios. El escándalo perjudica y lleva a la confusión a los débiles, a los pequeños y a los que no entienden el mensaje de Jesús. Hacer bien las cosas cotidianas y legales va a ser el punto de partida para el discurso comunitario que en los próximos días. Ahora bien, hay algo que conecta a ambos asuntos: El Señor se manifiesta como Hijo de Dios… que deberá morir para resucitar, conforme a lo que se va disponiendo en un escenario de injustica y legalidad. Allí la pregunta a Simón Pedro, la dirige también a nosotros hoy. Jesús, al hacer cosas a las que, por su calidad de ser el Hijo de Dios, no estaba obligado, nos enseña a ayudar, o colaborar al bien común. Nos enseña a saber cumplir, como cristianos, con los deberes sociales y políticos. No hace uso de algún privilegio y cumple con su deber…

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Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo.

Del santo Evangelio según san Juan: 6. 41-51


En aquel tiempo, los judíos murmuraban contra Jesús, porque había dicho: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo", y decían: "¿No es éste, Jesús, el hijo de José? ¿Acaso no conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo nos dice ahora que ha bajado del cielo?".Jesús les respondió: "No murmuren. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre, que me ha enviado; y a ése yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Todos serán discípulos de Dios. Todo aquel que escucha al Padre y aprende de él, se acerca a mí. No es que alguien haya visto al Padre, fuera de aquel que procede de Dios. Ese sí ha visto al Padre.Yo les aseguro: el que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y sin embargo, murieron. Este es el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida".


Palabra del Señor.


Reflexión
Podemos comulgar todos los días, pero si no nos es posible acudir a misa diaria, los domingos son el momento propicio para recibir al Señor. Participar en la celebración dominical y alimentarse del Pan eucarístico es una necesidad para todo cristiano. El Señor no nos deja solos, está con nosotros. «Yo soy el pan» y además, «el pan vivo». El pan que nos da la vida eterna.¿Cómo no llenarnos de esperanza ante una promesa así? Pero la gente que escuchó a Jesús murmuró incrédula. ¿Y nosotros, aún creemos en la vida eterna? ¿No nos hemos imbuido de ideologías contrarias a la fe y hemos aceptado o pactado con el materialismo que todo lo cifra en el bienestar aquí y ahora? ¿Con el relativismo del «qué más da»? La actitud de esa gente también se repite hoy ante la indiferencia de muchos delante de la Eucaristía. Parecería que, en el fondo, no quisiéramos tener a Dios tan cerca, tan disponible, tan presente en nuestras vidas, pues Él está ahí y nadie o muy pocos lo visitan incluso en el Sagrario.La presencia de Cristo en la Eucaristía no es estática, sino dinámica, que nos hace suyos, nos identifica con Él. Esta es una buena oportunidad para reflexionar en familia si nos alimentamos del pan espiritual que es la palabra de Dios, la Eucaristía, la oración o si sólo nos limitamos a recibir el pan material, de los bienes de este mundo. ¡Quédate con nosotros, Señor, quédate con nosotros para siempre!

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06Aug

Si ustedes tienen fe, nada les será imposible.


Del santo Evangelio según san Mateo: 17,14-20


En aquel tiempo, al llegar Jesús a donde estaba la multitud, se le acercó un hombre, que se puso de rodillas y le dijo: "Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques terribles. Unas veces se cae en la lumbre y otras muchas, en el agua. Se lo traje a tus discípulos, pero no han podido curarlo".Entonces Jesús exclamó: "¿Hasta cuándo estaré con esta gente incrédula y perversa? ¿Hasta cuándo tendré que aguantarla? Tráigame aquí al muchacho". Jesús ordenó al demonio que saliera del muchacho, y desde ese momento éste quedó sano.Después, al quedarse solos con Jesús, los discípulos le preguntaron: "¿Por qué nosotros no pudimos echar fuera a ese demonio?". Les respondió Jesús: "Porque les falta fe. Pues yo les aseguro que si ustedes tuvieran fe al menos del tamaño de una semilla de mostaza, podrían decirle a ese monte: 'Trasládate de aquí para allá', y el monte se trasladaría. Entonces nada sería imposible para ustedes".


Palabra del Señor.


Reflexión

Los discípulos habían recibido el poder de arrojar demonios, como también el de curar a los enfermos. Podían sentirse perfectamente habilitados para la tarea, de hecho, fueron enviados en misión con ese poder y ese objetivo. Pero en esta ocasión fracasan. ¿Por qué? Conforme a la intervención de Jesús, por el estado de su fe: pequeña o tal vez raquítica raquítica. De este modo el evangelio nos invita a seguir las instrucciones de Jesús, es decir, mantenernos en la fe y proteger siempre su llama, que nada ni nadie la apague; nuestra fe debe ser firme, necesitamos ser más activos frente a la evangelización, creer más en las palabras del Señor. Hoy más que nunca estamos llamados a permanecer en el Señor para estar preparados para enfrentar el mundo en el que vivimos. Es imprescindible que el granito de mostaza de nuestra fe sea autentico para que se pueda hacer realidad el sueño de Dios en nuestra vida y en la vida de quienes nos rodean. De este modo, sólo si no nos cansamos de devolver bien por mal, de orar y esperar en el poder y bondad de Dios, nuestro Padre, los milagros llegan.
En nuestro camino de discípulos, ¿en qué momentos flaquea la fe? ¿Ponemos la confianza en Dios para compartir el evangelio con quien está a nuestro lado?

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05Aug

Éste es mi Hijo amado.

Del santo Evangelio según san Marcos: 9, 2-10

En aquel tiempo, Jesús tomó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto y se transfiguró en su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". En realidad no sabía lo que decía, porque estaban asustados.
Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: "Este es mi Hijo amado; escúchenlo". En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí qué querría decir eso de "resucitar de entre los muertos".

Palabra del Señor.

Reflexión
Hoy celebramos la Transfiguración del Señor y el evangelista Marcos coloca el texto de la transfiguración entre el anuncio de la pasión en la confesión de fe de Pedro y en la subida a Jerusalén. Situar la escena al inicio del camino de la pasión nos ayuda a comprender mejor el mensaje de Jesús sobre el suceso de la montaña: a la Gloria se llega por la cruz. En esta fuerte experiencia espiritual, donde Jesús se transfigura, y la luz inunda su rostro y sus vestidos, los discípulos no solo “vieron” a Jesús resplandeciente, sino que también “escucharon” la voz del Padre. Ver, en este caso, implica redescubrir… ampliar la mirada… y escuchar no se reduce a percibir los sonidos pronunciados, sino que implica obedecer, llevar a cabo lo escuchado. De algún modo se nos presenta, se nos ofrece un itinerario de crecimiento y profundización de la vida en Cristo, se trata de una dinámica humanizadora y salvadora a la vez. Los apóstoles vieron y escucharon: dos sentidos entran a jugar en esta experiencia, que les atraviesa el cuerpo y les llega a lo profundo del alma para transformar sus vidas para siempre.

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04Aug

Tú eres Pedro y yo te daré las llaves del Reino de los cielos.

Del santo Evangelio según san Mateo: 16, 13-23

En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas".
Luego les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?". Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".
Jesús le dijo entonces: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo". Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
A partir de entonces, comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para padecer allí mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: "No lo permita Dios, Señor. Eso no te puede suceder a ti". Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: "¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!".

Palabra del Señor.

Reflexión
En el Evangelio de hoy pareciera que lo clave es la pregunta que dirige en primera persona a sus seguidores: ¿Quién dicen ustedes que soy yo? Las respuestas son variadas. Para unos es Jeremías, para otros es Elías o Juan. Todos tienen en común que son hombres que hablan de las promesas de Dios. Pedro toma la palabra y responde la pregunta con una clara y profunda profesión de fe: «Tú eres el Mesías el Hijo de Dios vivo». Jesús lo reconoce y alaba porque ha sabido captar la revelación de Dios. Con esta pregunta nos está interpelando, buscando en nosotros una respuesta renovada acerca de quién es Jesús para nosotros y la respuesta de Pedro siempre será un modelo de respuesta para cada uno de nosotros. Porque en nuestro caminar hay momentos en la vida en los que nos tenemos que hacer cargo que la adhesión, la respuesta, acerca de la identidad de Jesús y preguntarnos sinceramente quién es Él para nosotros y qué lugar ocupa en nuestra vida.
¿Cuál es la imagen que tenemos de Jesús? ¿Es la imagen que nos presenta la Palabra de Dios o es la imagen que a nosotros nos acomoda?

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03Aug

Mujer, ¡Qué grande es tu fe!
Del santo Evangelio según san Mateo: 15, 21-28


En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: "Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio". Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban: "Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros". Él les contestó: "Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel".

Ella se acercó entonces a Jesús y postrada ante él, le dijo: "¡Señor, ayúdame!". Él le respondió: "No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos". Pero ella replicó: "Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos". Entonces Jesús le respondió: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas". Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.


Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Reflexión

Estamos ante un texto un poco desconcertante. A las primeras comunidades cristianas les preocupa que Jesús, su mensaje, se abriera al mundo pagano, y es quizá en este contexto, donde hemos de situar el evangelio de hoy. Este pasaje capta la atención de aquella madre cananea que pide una gracia para su hija, reconociendo en Jesús al Hijo de David: «¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! La insistencia de la mujer es tan fuerte que «obliga» a Jesús a ensanchar su campo, a comprender que el amor del Padre no tiene límites. Esta extranjera atrevida nos enseña cómo pedir salud y salvación. Su deseo, la sanación de su hija, la lleva hasta el profeta itinerante que está recorriendo la región. Ella no se echa para atrás, sino que insiste y habla. Y con un ejemplo sencillo de la vida cotidiana, con lo que pasa alrededor y debajo de la mesa, consigue lo que tanto anhelaba: la apertura y acción de Jesús. Hoy nos encontramos en una situación cultural en la que la fe se ve retada a superar sus límites tradicionales, a entrar en otros campos, a responder a muchos gritos que no encuentran respuesta.


¿Cómo podemos hoy seguir rompiendo barreras? ¿Cómo evitar que la fe se convierta en algo cada vez más irrelevante, reservado a los de siempre?

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Mándame ir a ti caminando sobre el agua.


Del santo Evangelio según san Mateo: 14, 22-36


En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él solo allí.

Entre tanto, la barca iba ya muy lejos de la costa y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron y decían: "¡Es un fantasma!". Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida: "Tranquilícense y no teman. Soy yo".

Entonces le dijo Pedro: "Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua". Jesús le contestó: "Ven". Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: "¡Sálvame, Señor!". Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?".

En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús, diciendo: "Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios".

Terminada la travesía, llegaron a Genesaret. Apenas lo reconocieron los habitantes de aquel lugar, pregonaron la noticia por toda la región y le trajeron a todos los enfermos. Le pedían que los dejara tocar siquiera el borde de su manto; y cuantos lo tocaron, quedaron curados.


Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


Reflexión

El evangelio de hoy describe la travesía difícil y cansada del mar de Galilea en un barco frágil, empujado por el viento contrario. Hoy podríamos reconocer en esa travesía al otro lado del lago, la difícil travesía de las primeras comunidades. Ellas tenían que salir del mundo cerrado de la antigua observancia de la ley, hacia una nueva manera de observar la Ley del amor… También nosotros hoy estamos en una travesía difícil para un nuevo tiempo y una nueva manera de ser iglesia. Travesía difícil, pero necesaria. El texto nos muestra a Jesús caminando sobre las aguas turbulentas, Pedro quiere imitarle y por un momento lo consigue, pero el viento le hace dudar, y cae. Pedro siente su debilidad; es frágil. Por eso reconoce que, para no sucumbir al mal, deberá tomarse de la mano del Señor. Solo así no caerá… Hoy más que nunca debemos recordar que debemos confiar y pedir la ayuda del Maestro.A la luz de la Palabra de Dios, nos podemos preguntar ¿Qué estamos haciendo para superar los vientos contrarios? ¿Cómo está nuestra fe?

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Monseñor Fabio Martínez Castilla

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