Ustedes son los hijos de los asesinos de los profetas.

Del santo Evangelio según san Mateo: 23,27-32

En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: "¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque son semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre! Así también ustedes: por fuera parecen justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque les construyen sepulcros a los profetas y adornan las tumbas de los justos, y dicen: '¡Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, nosotros no habríamos sido cómplices de ellos en el asesinato de los profetas!'. Con esto ustedes están reconociendo que son hijos de los asesinos de los profetas. ¡Terminen, pues, de hacer lo que sus padres comenzaron!".

Palabra del Señor.


Reflexionemos

Hoy, como en los días anteriores y los que siguen, contemplamos a Jesús, condenando actitudes incompatibles con un vivir digno, no solamente cristiano, sino también humano: «por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad». Tal vez nos choca oír palabras tan duras de Jesús como las dirigidas a los escribas o estudiosos de la Ley; y a los fariseos o cumplidores de la Ley; con los que aparentemente el profeta de Nazaret tendría que tener más bien convergencia y cordialidad, dados el proyecto de ambos grupos con el del mismo Jesús. Sin embargo, hoy nuevamente se confirma que la sinceridad, la honradez, la lealtad, la nobleza…, son virtudes queridas por Dios. Lo que se condena en el discurso no es el fariseísmo, es decir, el celo por cumplir la ley, ni a los escribas estudiosos del Ley, sino las deformaciones en las que han caído y que amenazan a toda persona humana. ¿Acaso a nosotros no nos sucede algo similar? Aunque suene fuerte, ¿podemos oír hoy la palabra hipócrita dirigida a nosotros porque no armonizamos de forma coherente nuestra palabra, nuestra mente y nuestra conducta?

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Tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel.

Del santo Evangelio según san Juan: 1, 45-51

En aquel tiempo, Felipe se encontró con Natanael y le dijo: "Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José". Natanael replicó: "¿Acaso puede salir de Nazaret algo bueno?". Felipe le contestó: "Ven y lo verás", Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: "Este es un verdadero israelita en el que no hay doblez".Natanael le preguntó: "¿De dónde me conoces?". Jesús le respondió: ''Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera". Respondió Natanael: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel".

Jesús le contestó: 'Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver". Después añadió: "Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".

Palabra del Señor. 


Reflexión

El Evangelio de hoy está tomado de San Juan, esto porque hoy celebramos la Fiesta de San Bartolomé y las lecturas se toman del Leccionario Santoral. El texto nos presenta la vocación de Natanael, discípulo que no pertenece a los Doce, pero que desde la antigüedad (erróneamente) ha sido identificado con Bartolomé. Felipe, había encontrado a Jesús y, no pudiendo callar tan inmensa alegría se lo comunica a Natanael, el cual, que procedía de Caná de Galilea, mira en menos la aldea vecina de Nazareth, de donde procede Jesús, y cuestiona que Jesús sea el Mesías prometido; pero Felipe, usando las palabras de Jesús le dice: “Ven y verás”. Cuando Jesús lo ve lo alaba por ser verdadero israelita sin doblez, haciendo referencia a Jacob (el patriarca llamado después Israel) que significa “el que engaña”. Natanael es ejemplar, dice el Maestro, porque sabe que estudia las Escrituras, como un rabino, en la calma y bajo la sombra de la higuera. Por eso Natanael, habiendo estudiado las Santas Escrituras reconoce en Jesús al Hijo de Dios y Rey de Israel. El Señor promete grandes cosas que se refieren al ministerio que ya está pronto a iniciar y termina con una frase que recuerda la escalera de Jacob y al Hijo del Hombre que viene en las nubes del cielo como dice el profeta Daniel.

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¡Ay de ustedes, guías ciegos!

Del santo Evangelio según san Mateo: 23, 13-22


En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: "¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque les cierran a los hombres el Reino de los cielos! Ni entran ustedes ni dejan pasar a los que quieren entrar.¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren mar y tierra para ganar un adepto y, cuando lo consiguen, lo hacen todavía más digno de condenación que ustedes mismos!¡Ay de ustedes, guías ciegos, que enseñan que jurar por el templo no obliga, pero que jurar por el oro del templo, sí obliga! ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro o el templo, que santifica al oro? También enseñan ustedes que jurar por el altar no obliga, pero que jurar por la ofrenda que está sobre él, sí obliga.

¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar, que santifica a la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el templo, jura por él y por aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él".

Palabra del Señor. 


Reflexión

Los próximos días vamos a meditar el discurso que Jesús pronunció criticando a los doctores de la ley y a los fariseos, llamándolos hipócritas. Estos hombres, a través de sus doctrinas, de su interpretación de la ley y de sus prácticas, habían dejado sin efecto los mandamientos de Dios. Queriendo acercarse a Él, se habían alejado. Era más importante el diezmo que atender a los padres, por ejemplo. En este párrafo, se repite varias veces la palabra “ciegos”. Jesús denuncia a quienes se supone que tendrían que ver más claramente sobre las cosas de Dios, pero están ciegos por su error. Al denunciarlos, está señalándonos también a nosotros el cuidado que debemos tener. Abramos los ojos y actuemos con discernimiento, para no dejarnos engañar por cualquiera que quiera presentarse como guía o maestro y, en realidad, es un farsante. Porque no hay peor ciego que el que no quiere ver, nos mueve muchas veces el sentimiento, otras el interés, alguna vez nos mueve sacar el mejor partido de algo, pero así sólo vemos lo que queremos ver y no la realidad, que no queremos ser sino parecer.

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Señor, ¿a quién iremos? Tu tienes palabras de vida eterna

✟ Del santo Evangelio según san Juan: 6, 55. 60-69

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida". Al oír sus palabras, muchos discípulos de Jesús dijeron: "Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?". Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban, les dijo: "¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen". (En efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo habría de traicionar). Después añadió: "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede".
Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: "¿También ustedes quieren dejarme?". Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios".

Palabra del Señor. 

Reflexión
El evangelio de hoy trae la parte final del Discurso del Pan de Vida. Se trata de la discusión de los discípulos entre sí y con Jesús y de la conversación de Jesús con Simón Pedro. Nos muestra las exigencias de la fe y la necesidad de un compromiso firme con Jesús y con su propuesta. “Este lenguaje es duro. ¿Quién puede escucharlo?” con esta expresión se refleja cómo diversos discípulos se volvieron atrás y ya no estaban dispuestos a recorrer el camino de Jesús. Hoy a nosotros nos puede pasar lo mismo. Estamos en un tiempo en que la vida cristiana debe ser vivida a la intemperie, a contracorriente, proclamando unos valores que el mundo entiende como contravalores y podemos ceder a la tentación de cobijar en nuestro corazón este pensamiento: esto es muy duro, ¿quién puede cargar con esto? Mejor marcharse. La decisión de quedarse o marcharse dependerá de que hayamos experimentado fuertemente su “pan de vida” y sus “palabras de vida eterna”. 

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Fariseos dicen una cosa y hacen otra.

✟ Del santo Evangelio según san Mateo 23,1-12

En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame "maestros".
Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen "maestros", porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen "padre", porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar "guías", porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".

Palabra del Señor.
Reflexión
El evangelio nos presenta las controversias de Jesús con los distintos grupos de judíos que rechazaban sus enseñanzas. Leían la Biblia, que ellos llamaban la Torá, pero no ponían en práctica sus enseñanzas. De este modo, también podemos decir que las actitudes denunciadas por Jesús, hoy en el Evangelio, las vemos cotidianamente a nuestro alrededor. “Decir y no hacer” es, muchas veces, un estilo que se encuentra muy presente en la sociedad de hoy. ¿Cuántas veces podrían llamarnos fariseos? ¿Cuántas veces somos expertos en decir lo que los demás tienen que hacer y sin embargo nosotros no hacemos nada? ¿Cuántas veces exigimos que el otro obre de tal o cual manera, sin mirarnos primero nosotros, sin exigirnos nada? ¿Cuántas veces incluso, somos cristianos solo para la “selfie”… para mostrarnos?
Hoy cuestionémonos un poquito como cristianos: ¿Qué estoy diciendo con mi vida? ¿Qué se expresa con mi manera de obrar?

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Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo.


Del santo Evangelio según san Mateo: 22, 34-40


En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?".

Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, en todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas".


Palabra del Señor. 

 Reflexión

Jesús había discutido con los saduceos y los había hecho callar, entonces los fariseos se organizan para atacar a Jesús y descalificarlo demostrando que no domina ni maneja la Escritura Santa; esto porque la pregunta que le realizan era una pregunta que contantemente se hacían los fariseos y no llegaban a consenso con una respuesta convincente. La razón de la pregunta está en la gran cantidad de mandamientos que trae la Escritura más todos los mandamientos y normas que los mismos fariseos agregaban de su cosecha, lo que hacía que las personas se perdieran entre tanta norma. Para sorpresa de estos cuestionadores el Señor va más allá de la pregunta misma, va a la fuente de toda la Ley y los Profetas; Jesús no busca, entre todos los mandamientos aquel que sea más importante, sino aquel que es fundamento de todos los demás y lo expresa en un mandamiento doble: amar a Dios y al Prójimo. Para el Señor es claro que si alguien cumple todos los mandamientos, pero no ama de corazón a Dios, de nada sirve; más aún, si alguien dice amar a Dios por sobre todas las cosas, pero no ama al prójimo, de nada sirve. Para el Maestro la fuente de toda la Escritura, de toda la Ley y los Profetas, de todos los mandamientos es el amor sincero y de corazón a Dios y al Prójimo.

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Conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren.

Del santo Evangelio según san Mateo 22, 1-14

En aquel tiempo, volvió Jesús a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo: "El Reino de los cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus criados que llamaran a los invitados, pero éstos no quisieron Ir.
Envió de nuevo a otros criados que les dijeran: 'Tengo preparado el banquete; he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos; todo está listo. Vengan a la boda'. Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a su campo, otro a su negocio y los demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron.
Entonces el rey se llenó de cólera y mandó sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.
Luego les dijo a sus criados: 'La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan, pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren'. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados.
Cuando el rey entró a saludar a los convidados, vio entre ellos a un hombre que no iba vestido con traje de fiesta y le preguntó: 'Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?'. Aquel hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los criados: 'Atenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación'. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos".

Palabra del Señor.

Reflexión
El evangelio de hoy narra la parábola del banquete… Nos encontramos con una parábola de difícil interpretación en todos sus detalles, en los que no podemos entrar en estas pocas líneas: la reacción fuerte del rey ante los que no quisieron aceptar su invitación, el castigo intenso del que entró sin el traje de fiesta… Jesús pronunció esta parábola en Jerusalén. Sabía que allí sería rechazado, como lo habían sido siglos antes los profetas. A pesar de la negativa de los primeros invitados, Dios sigue llamando e invitando a las personas. Jesús invita a este banquete porque sabe que ahí está el camino de salvación para todo hombre de todos los tiempos, ahí encontrará cualquier hombre el camino de vivir con sentido, con esperanza, con alegría. El banquete se realizará; la fiesta del Reino se celebrará, porque el Padre quiere que su casa reúna a toda clase de gente, sin embargo las personas tenemos la capacidad y la libertad de aceptar el regalo de Jesús o de rechazarlo.

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¿Vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?


Del santo Evangelio según san Mateo: 20, 1-16


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: "El Reino de los cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: 'Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo'. Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo mismo.Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía a otros que estaban en la plaza y les dijo: '¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?'. Ellos le respondieron: 'Porque nadie nos ha contratado'. Él les dijo: 'Vayan también ustedes a mi viña'.

Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: 'Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros'. Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno.Cuando les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole: 'Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lomismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor'.

Pero él respondió a uno de ellos: 'Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?'.

De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos".


Palabra del Señor. 


Reflexionamos

“Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros” (Mt 19,30)Lo importante en la vida no está en el lugar que uno ocupe en la tierra, sino en la forma en que se realice la voluntad del Creador. Muchas veces nos dejamos confundir por la manera en que la sociedad nos presenta el éxito en la vida. Pero es verdad que también todos nosotros habremos experimentado que los éxitos no siempre nos colman de alegría o felicidad. De hecho en la práctica, según las categorías del mundo, hay mucha gente exitosa que no es feliz para nada, y otros que sin serlo, irradian plenitud. Porque en realidad el éxito no es igual a lo que nos enseñan. El éxito en el Reino es la alegría de estar con el Señor, de aceptarlo, de querer pasar tiempo junto a el, y de servir al hermano necesitado.

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Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los cielos.


Del santo Evangelio según san Mateo: 19, 23-30


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo les aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los cielos. Se lo repito: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los cielos".Al oír esto, los discípulos se quedaron asombrados y exclamaron: "Entonces ¿quién podrá salvarse?". Pero Jesús, mirándolos fijamente, les respondió: "Para los hombres eso es imposible, más para Dios todo es posible".

Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo a Jesús: "Señor, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué nos va a tocar?". Jesús les dijo: "Yo les aseguro que en la vida nueva, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, los que me han seguido, se sentarán también en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.Y todo aquel que por mí haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o esposa o hijos, o propiedades, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Y muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros".

Palabra del Señor. 


Reflexiona

Ayer leíamos el pasaje evangélico que conocemos como del joven rico que no pudo seguir a Jesús porque tenía muchos bienes; hoy Jesús nos advierte del peligro que suponen las riquezas para entrar en el Reino de los Cielos. No se trata de palabras aisladas, accidentales en el Evangelio: veinte veces repite este tipo de mensaje. Lo debemos recordar: Jesús advierte contra los obstáculos que suponen las riquezas, para entrar en la vida… La riqueza en sí misma no es mala, sino su origen si fue injustamente adquirida, o su destino, si se utiliza egoístamente sin tener en cuenta a los más desfavorecidos, si cierra el corazón a los verdaderos valores. Cuando Jesús habla de riquezas no sólo se refiere al dinero, alude a todo tipo de “posesiones”, y nos hace esta dura advertencia no porque sean malas en sí, sino por el daño que nos hacemos a nosotros mismos cuando no nos relacionamos bien con estas realidades, poniendo nuestra confianza en el tener, en el prestigio, en nuestras capacidades intelectuales… y dejando a Dios a un lado. Esto es un peligro grande y real. Es una tentación que todos los días y de muchas maneras llama a nuestra vida y de la que hemos de aprender a defendernos. Es difícil, pero con Dios todo es posible.

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Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes y tendrás un tesoro en el cielo.


+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo: 19, 16-22


En aquel tiempo, se acercó a Jesús un joven y le preguntó: "Maestro, ¿qué cosas buenas tengo que hacer para conseguir la vida eterna?". Le respondió Jesús: "¿Por qué me preguntas a mí acerca de lo bueno? Uno solo es el bueno: Dios. Pero, si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos". El replicó: "¿Cuáles?". Jesús le dijo: "No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, ama a tu prójimo como a ti mismo".

Le dijo entonces el joven: "Todo eso lo he cumplido desde mi niñez, ¿qué más me falta?". Jesús le dijo: "Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes, dales el dinero a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme". Al oír estas palabras, el joven se fue entristecido, porque era muy rico.


Palabra del Señor.


Reflexiona

El evangelio de hoy nos narra la historia del joven rico, aquel joven que no supo responder ante la mirada de amor con que Cristo se fijó en él. San Juan Pablo II nos recuerda que en aquel joven podemos reconocer a todo hombre que se acerca a Cristo y le pregunta sobre el sentido de su propia vida, que pregunta por el camino de la vida eterna. Jesús como a ese joven, hoy nos indica el camino de la pobreza. ¿Aceptaremos esa propuesta? A veces, los ruidos y las demandas del mundo ahogan ese Fuego de Dios, esa riqueza que se esconde en nuestras vidas y en la vida de tantos jóvenes que buscan respuestas, por eso, con frecuencia, como el joven del evangelio, nos vamos tristes porque aparentemente somos muy ricos.

¿Qué significa para nosotros hoy: “Vende todo y dalo a los pobres”? ¿Conoces a alguien que se esfuerza por dejarlo todo por causa del Reino? ¿Qué necesito dejar hoy, para seguir a Jesús?

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La Asunción de la Santísima Virgen María a los cielos.

Dichosa la mujer que te llevó en su seno.


+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas: 11, 27-28


En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo, gritando, le dijo: "¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!". Pero Jesús le respondió: "Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica".


Palabra del Señor.


Reflexión

El evangelio de hoy es bien breve, pero encierra un significado importante en el conjunto del evangelio de Lucas. Nos da la clave para entender lo que Lucas enseña respecto de María, la Madre de Jesús. La respuesta de Jesús, ante la exclamación de la mujer, no la dio menospreciando a su Madre. Jesús no rechaza el elogio, pero no duda en ubicarlo en su lugar: porque María es feliz, pero en primer lugar porque ha escuchado la Palabra de Dios, porque ha creído en ella. Es porque con su vida ha hecho realidad sus palabras al ángel: «yo soy la servidora del Señor, hágase en mí según tu palabra». María encarna el ideal de todo creyente, y es siguiendo su ejemplo que podemos encontrar, nosotros también, el camino de la felicidad. Hoy todos debemos hacer algo semejante a lo que hizo María: concebir y dar la luz. “Concebir” la Palabra a través de la escucha y “Dar a luz la palabra” es decir, cumplirla.

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No les impidan a los niños que se acerquen a mí, porque de los que son como ellos es el Reino de los cielos.

✞ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 19, 13-15

En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orase por ellos. Los discípulos regañaron a la gente; pero Jesús les dijo: "Dejen a los niños y no les impidan que se acerquen a mí, porque de los que son como ellos es el Reino de los cielos".
Después les impuso las manos y continuó su camino.

Palabra del Señor.

Reflexiona
¿Qué puede ver Jesús en los niños para hablarnos de ellos de esta manera: “De los que son como ellos es el Reino de los cielos”? Quizás las notas más sobresalientes de los niños sean la ingenuidad y la confianza. Esa misma ingenuidad y confianza la debemos tener nosotros ante todo lo que nos dice Jesús sobre nuestro Dios. Nos asegura que no es un ser lejano y despreocupado de nosotros. Es nuestro Padre y Padre amoroso que cuida de cada uno de nosotros. Al que debemos proclamar como Rey de nuestra vida, es decir, como el que queremos que rija y dirija nuestros pasos. Estamos en buenas manos, en las manos amorosas de nuestro Padre Dios.

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