tiempo estimado de lectura : 1
05 Aug
05Aug

Éste es mi Hijo amado.

Del santo Evangelio según san Marcos: 9, 2-10

En aquel tiempo, Jesús tomó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto y se transfiguró en su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". En realidad no sabía lo que decía, porque estaban asustados.
Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: "Este es mi Hijo amado; escúchenlo". En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí qué querría decir eso de "resucitar de entre los muertos".

Palabra del Señor.

Reflexión
Hoy celebramos la Transfiguración del Señor y el evangelista Marcos coloca el texto de la transfiguración entre el anuncio de la pasión en la confesión de fe de Pedro y en la subida a Jerusalén. Situar la escena al inicio del camino de la pasión nos ayuda a comprender mejor el mensaje de Jesús sobre el suceso de la montaña: a la Gloria se llega por la cruz. En esta fuerte experiencia espiritual, donde Jesús se transfigura, y la luz inunda su rostro y sus vestidos, los discípulos no solo “vieron” a Jesús resplandeciente, sino que también “escucharon” la voz del Padre. Ver, en este caso, implica redescubrir… ampliar la mirada… y escuchar no se reduce a percibir los sonidos pronunciados, sino que implica obedecer, llevar a cabo lo escuchado. De algún modo se nos presenta, se nos ofrece un itinerario de crecimiento y profundización de la vida en Cristo, se trata de una dinámica humanizadora y salvadora a la vez. Los apóstoles vieron y escucharon: dos sentidos entran a jugar en esta experiencia, que les atraviesa el cuerpo y les llega a lo profundo del alma para transformar sus vidas para siempre.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO